jueves, 20 de mayo de 2010

"¿Y ahora qué?" by Luisiitop!

Hoy llega a mi la noticia de tu partida. Una carta, una simple carta. ¿Qué hago yo con un mísero papel? En ella explicas, explicas que tu vida no era la que querías, la que esperabas; que todo lo malo te pasaba a ti. Nadie te valora, a nadie le importas. ¿Qué hago yo con una miserable narración? Yo te quería junto a mí, yo te valoraba, yo te respetaba, yo... ¿solo yo? Mis ojos comienzan a extrañarte llorando tus penas pasadas. "No puedo sobrevivir si nadie cree en mi" decía la nota con tu letra única, tan legible y refinada. Me puse a penar, era todo verdad, una lastimosa realidad. Lo que más quería y anhelaba dejaba de existir, ya nadie lo idolatraba como yo me encargaba de hacerlo.

Esta muerte era un suicidio con sabor a homicidio. Ya no está entre nosotros, será difícil, pero es lo que conseguimos con nuestros actos. Prepárense para un mundo donde el amor ya no esté.

domingo, 16 de mayo de 2010

"Camino de la vida" by Luisiitop! 17/05/20-10

Mírame aquí sentado en uno de los sillones de mi casa sin nadie que me acompañe. Domingo a la tarde y, como sucede semana a semana, un aburrimiento reina el interior de esta casa. Me dirijo hasta la ventana y abro la persiana, notando que el día afuera estaba realmente hermoso. El sol alumbraba. Las nubes que en el cielo se anidaban parecían como de utilería, blancas como la nieve. Decidí ponerme las zapatillas adecuadas y salir a recorrer la ciudad en la que me crié y me formé, mi querido pueblo.


Así fue como llegué al parque departamental. En sus verdes, sus bancos, sus canchitas, sus senderos y sus calles se anidaban distintas personalidades, había para todos los gustos. Fue desde que entre aquí que me decidí a hacer lo que mejor hago. observar. 


Pasando cerca de unos columpios noté a un chiquillo que se hamacaba para delante y para atrás mientras discutía con su amigo del columpio contiguo que si un programa de televisión era mejor que el otro. Ellos estaban tan alegres, tan puros. Sus mentes llenas de inocencia aprendían día a día cosas nuevas, cosas que para ellos eran bellísimas. Tanta ingenuidad transmitía ternura, esa era la época en la que de verdad uno era feliz, era la época en la que a uno no lo afectaba nada, donde las peleas se olvidaban a los minutos y donde el mejor regalo era una moneda, con la que alcanzábamos a comprar una bolsa llena de caramelos. Qué felicidad, era todo demasiado sencillo.


Continué con mi caminata y no muy lejos de allí, tirados sobre un mantel en el prolijo pasto, se encontraban dos adolescentes enamorados. Qué días aquellos en los que solo pensabas en amigos y amores. Esos dos que estaban tirados la estaban disfrutando del amor mediante sus besos y caricias. Seguramente escapando un rato de sus casas conseguían desconectarse un poco del mundo de los adultos y así vivir a pleno sus dieciséis años, llenos de fuego y amor. 


En una de esas, decido sentarme un rato, ya me había cansado un poco y me hecho en las raíces de un aguaribay para ver a la gente pasar. Por allí pasa una pareja de gente adulta, de unos 40 años mas o menos. Ellos, pobres seres pensantes dominados por el materialismo. Lo único que hicieron en todo el trayecto que los escuché fue hablar de para lo poco que les alcanzaba el sueldo, el poco tiempo libre que tenían, lo mucho que les exigían en el trabajo, lo mucho que odiaban visitar a sus padres, y quejas y más quejas.


Asqueado por la conversación de ellos decidí pararme y retomar el recorrido a mi casa, pero por otro sendero. A lo lejos veo a un hombre ya anciano, como de ochenta y cinco años reposado en un banco con el bastón al costado. Notando que estaba solo me acerqué y me senté junto a él. Una vez sentado junto a él nos pusimos a conversar.


-Hola maestro, ¿no se aburre aquí sentado solo?
-Claro que no m'hijo, aquí sentado paso los mejores momentos de mi día.
-Pero... ¿Qué puede disfrutar sentado solo en un banco del parque?
-Observo muchacho, observo. Veo lo que tengo a mi alrededor.
-¿Pero eso no lo angustia más?- Dije trayendo a mi mente la agobiante conversación entre los cuarentones.
-Claro que no, yo me siento aquí y veo a la vida pasar. Veo bebes en coches, niños alegres, jóvenes pasionales, grandotes preocupados, son las etapas de la vida.
-¿Y usted en que etapa está?
-¿Yo?- Soltó una carcajada. -Yo ya no estoy en el circuito de la vida, joven. Ya estoy más allá; después de haber vivido tanto ya pasé por todo, lo único que me queda es esperar y reírme de los demás que viven como no tendrían que hacerlo, pero lástima que hasta yo viví así. Son errores, benditos sean los sabios.
No supe que más decir, el viejo tenía razón, si solo nos diéramos cuenta de que todo minuto es importante.